martes, 31 de octubre de 2017

CONFESIONES DE RODRIGO DÍAZ DE VIVAR.

Hoy me entero de que se me acusa de traicionar al Rey, a quien soy fiel y siempre he respetado. Conquistaré tierras y se las ofreceré a cambio de recuperar mi honor. Me han desterrado y pienso cambiar todo esto.

            Primer día:
            Hoy he conquistado un pueblo al norte de la Península, aunque os confieso que he matado a mucha gente por el egoísta fin de recuperar mi honor de cara al Rey.

            Decimotercer día:
            Hoy he secuestrado a la familia del gobernante de esta gran ciudad. Siento tener que hacer esto, pero es mi deber si es que quiero conquistarla para recuperar mi honor.

            Vigesimoprimer día:
            Me siento culpable del desastre que he causado hoy en Zaragoza. He privado de comida y agua a toda una gran ciudad para conquistarla, lo que me hace, por un lado, miserable; pero por lo que a mi honor respecta, soy un luchador

            Gracias a todos los males que he cometido, el Rey me ha aceptado a mí y a mi familia y nos ha ofrecido una buena vida de aquí en adelante.

BRAULIO TORRES CORRALES. 3º ESO A. 31/10/2017


Hola a todos:
            Soy Rodrigo Díaz de Vivar, aunque todos me conocen por “el Cid”. Algunos dicen que soy como un mercenario, alguien que, como un soldado profesional, presta sus servicios a cambio de una paga. Otros prefieren llamarme héroe, un hombre que dio todo por su rey y por su pueblo, aunque la verdad es que yo, realmente, no me veo como ninguno de estos dos personajes.
            Yo soy un simple hombre, ¿valiente? Sí. ¿Noble? A veces. Pero eso no hace de mí un mal hombre y, mucho menos, interesado. No soy más que, aparte de un perfecto soldado, una persona admirable. No sé si conocéis El cantar de Mio Cid. Sí, ese libro trata sobre mí y bien que detallan en él todas y cada una de mis aventuras. Sé que en este Cantar, puede que se exageren mis capacidades o mis habilidades, pero lo bueno de escribir es que tienes libertad de imaginar un mundo completamente distinto y hacer con él lo que quieras. En esta ocasión no era un mundo tan distinto y, simplemente, el autor quiso poner mi nombre a un fabuloso héroe al que todos admiran, hecho que no se aleja tanto de la realidad, ¿verdad?
            En fin, básicamente soy un hombre imaginativo y creativo, también, a veces, soy gracioso. Soy espabilado y atento y, a la vez, fuerte e insensible. Soy fiel conmigo mismo y con quien aprecio y, obviamente, soy el protagonista del Best Seller del siglo XII, “El cantar de Mio Cid”.

LAURA CALVO ROMERO. 3º ESO A. 31/10/2017


Querido diario: hace muchos años que no escribo en tus páginas amarillentas por el paso del tiempo. Hoy me apetece contarte a ti y solo a ti lo que me ha pasado estos años.

            Me remonto a hace unas cuantas primaveras, cuando dejé a mi esposa en el monasterio de San Pedro de Cardeña y me fui a Valencia con mi mejor caballería para luchar contra los sarracenos. Tras varias victorias entregué parte de los tesoros a mi Rey, Alfonso VI de Castilla.
            De allí partí con mis leales soldados y amigos para sitiar las tierras que estaban en poder de los moros, que no opusieron mucha resistencia, ya que mi nombre y el de mis hombres daban mucho pavor.
            Después de mi destierro y continuas conquistas, hice saber al Rey mi deseo de encontrarme con mi familia de nuevo, a lo que accedió, no sin antes presentarme a los Infantes de Carrión, quienes no me dieron buena impresión, y con los que quería casar a mis hijas. Tuvieron una gran boda, a la que también asistió el Rey.
            Tras el casamiento decidí tomar Valencia, mandando a mis dos yernos al frente del ejército. Me demostraron que eran viles, cobardes y traidores al salir huyendo del campo de batalla.
            Al saberse esta gesta que hicieron, ambos se vengaron de mí llevándose a mis hijas a un bosque donde las maniataron, ultrajaron y maltrataron dejándolas casi sin vida.
            Haciéndole saber al Rey dicha acción por parte de los Infantes de Carrión, los castigó y me devolvió las haciendas y dineros, así como mis queridas Colada y Tizona, mis dos grandes espadas. Además, empleó a mis dos fieles capitanes en un terrible duelo contra ellos, dejándolos casi muertos. A su vez, mi Rey me otorgó un nuevo casamiento para mis hijas con dos grandes reyes de España, los de Aragón y Navarra, al que accedí por ser un gran vasallo.

LUCÍA MOLINA SÁNCHEZ. 3º ESO A. 31/10/2017

Me encontraba en la biblioteca, investigando acerca del Cid, cuando encontré un papel muy fino, bastante antiguo y  con un formato de letra muy extraño. En él ponía con tinta roja: Confesiones del Cid. Continué leyendo. Con tinta negra se relataba las hazañas de Rodrigo Díaz de Vivar. Hablaba acerca de su caballo, Babieca, y de sus espadas Tizona y Colada. Pero lo interesante venía más abajo, cuando decía que mató a un juglar, ya que amenazaba su vida. El juglar amenazó al Cid de contarle al Rey, que no conquistó tierras musulmanas, sino que fue un truco. El Cid no podía dejar que esto pasase, así que mató al juglar, y culpó a los musulmanes de su muerte, una excusa para matarlos y ganarse, aún más, la confianza del Rey.


CARLOS MORANTE PÉREZ-MONTAUT. 3º ESO A. 31/10/2017






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